Cómo gestionar las emociones de un emprendedor
Acelera tu empresa con estos consejos de expertos sobre «Cómo gestionar las emociones de un emprendedor». ¡Analiza y descubre esta TIP!
Tres pasos para gestionar tus emociones como emprendedor
- El primero es darte cuenta que estás sintiendo esa emoción.
Está demostrado que el simple hecho de pararse y etiquetarla (en este momento estoy sintiendo miedo, ira…) ya ayuda a bajar la intensidad de la emoción, con lo que desde esa perspectiva ya puedes afrontar mejor el reto.
- El segundo paso es utilizar una estrategia para frenar esa emoción negativa.
Y una estrategia puede ser llevar tu mente a otro sitio diferente al problema al que no paras de darle vueltas.
A este recurso se le denomina parche emocional, porque te hace aplacar la emoción que estás sintiendo en un momento determinado al pensar en otra cosa, al llevar tu atención a otro sitio.
- Y, el tercer paso, es que, poco a poco, entrenes tu cerebro para que, ante el mismo estímulo, la emoción que sientas tenga menor intensidad. Utiliza mindfulness (+) y kaizen (+).
Aunque suene a broma, emprender no es solo cuestión de gestionar recursos humanos y financieros, de asumir riesgos y tomar decisiones –que ya es harto complejo–, sino que, además hay que saber gestionar las emociones, tanto las propias como las del equipo.
Para el primer reto, porque esto va de retos, podemos –y debemos– estar preparados, pero, para el segundo, ¿cómo nos preparamos para afrontar esa montaña rusa de emociones a las que se enfrentará –sí o sí– cualquier emprendedor en su aventura?
Te recomiendo Mario Alonso Puig, el mayor especialista en desarrollo personal.
Gran carga emocional
Los emprendedores nos enfrentamos a una gran cantidad de cambios emocionales, que un día te llevan a creerte el rey del mambo y, al siguiente, estás en el suelo y quieres dejarlo todo. Emprender implica una gran carga emocional.
Además de las emociones propias de cada uno, el emprendedor se enfrenta también a las relacionadas con la gestión de personas, que, tal vez, son las más complejas, porque no solo afectan a empleados, sino también a socios, inversores, colaboradores, clientes…
Sin olvidar también la gestión de las emociones relacionadas con la vida en pareja, familiares, amigos… que van muy unidas a la vida del emprendedor.
Gestionar las emociones es necesario, por una cuestión de supervivencia hay que conocer este tipo de situaciones y saber gestionar las emociones que surgen en torno a ellas, porque puedes destrozar la vida de personas.
Emociones positivas
Sin duda alguna, la situación que vive un emprendedor es muy particular porque constantemente se está moviendo en un entorno de cambio y de incertidumbre: mercado, facturación, competencia, clientes…
El cerebro percibe ese contexto como un peligro de la misma manera que una persona percibe el peligro de estar cerca de un león.
Ante esa situación de incertidumbre, el cerebro reacciona de la mejor manera posible para protegernos físicamente y por eso aparecen las emociones de la rabia, el miedo, el estrés…
Si lo vemos desde ese punto de vista, son emociones positivas porque su intención es protegernos.
Ese miedo, que es una emoción adecuada, es bueno porque nos prepara para afrontar los desafíos que tenemos.
El miedo genera en nuestro cerebro adrenalina y cortisol para que aumente nuestra capacidad de atención, de reacción, de concentración…
El problema surge cuando ese miedo es tan grande que nos paraliza, nos bloquea…
«Lo que tenemos delante nos saca tanto de nuestra zona de confort que no somos capaces de conectar con los recursos que el emprendedor tiene para poder afrontar ese reto», argumenta Rosa Cañamero, socia fundadora de Execoach.
Pero, ¿la causa de ese miedo, de esa incertidumbre, puede estar en la falta de formación y/o experiencia por parte del emprendedor a la hora de emprender? El miedo lo genera lo desconocido.
Entonces, cuando tienes que afrontar algo que desconoces, si no tienes los recursos necesarios, como la experiencia y/o la formación adecuada, eso hace que uno se sienta más inseguro, porque no voy a ser capaz de conseguir mi objetivo.
Emociones negativas
Ese miedo, que podría ser controlado, se acentúa aún más si anticipas las consecuencias negativas de que eso pueda ocurrir. Es decir, ante una misma situación, dos personas con el mismo conocimiento y la misma experiencia pueden sentir un miedo diferente. Lógicamente, cuando has vivido una experiencia antes, tienes menos miedo porque sabes cuál puede ser el peligro, el riesgo, las consecuencias.
Te recomiendo la técnica de la visualización para afrontar esta situación: imagínate que lo estás viviendo una y otra vez y, a medida que lo vas haciendo, te permite estar más tranquilo para afrontarlo.
Por ejemplo: una persona puede estar muy preparada para hablar en público, pero puede estar aterrorizada, porque en el diálogo interno que tiene en su cabeza solo hay cosas negativas.
Criminalizar el miedo
Ese miedo, esa incertidumbre que inunda el día a día de un proyecto, también se debe a que cuando arrancas y dejas todo lo que tenías antes para dedicarte por completo a un nuevo proyecto, da un vértigo enorme.
Y te planteas dudas como: ¿qué seguridad tengo yo de que esto vaya a salir adelante? y si no sale adelante, te ves sin nada.
Ante eso, es normal que surjan dudas, miedos e inseguridades…Objetivamente, da miedo. Y, por otro lado, en muchas ocasiones, te metes en negocios donde a lo mejor no dominas al cien por cien la materia y eso hace que tengas más estrés de lo normal.
Lo ideal es saber rodearse de un equipo que esté especializado en las áreas que no dominas. Pero, para tener equipo necesitas recursos, que, probablemente, no tengas. Por eso, esto de emprender es muy complicado. Sería muy raro que un emprendedor no estuviera presionado y/o asustado.
Tampoco, es cuestión de criminalizar ese miedo, porque es lo que te puede dar un empujoncito, que te hace estar bien alerta, muy permeable, y si eres una persona consciente y rápida te darás cuenta de que te tendrás que formar, de que tendrás que esforzarte…
Para eso, juegan un papel muy importante las aceleradoras como mentorDay, porque ayudan mucho en esta línea. Cada persona y cada proyecto es un universo. Ningún proyecto se parece a otro, principalmente, por las personas que lo gestionan. Cómo lo orienten, puede cambiar mucho. En base a la personalidad de cada emprendedor, la aventura tendrá un rostro u otro.
Ponerse unos límites
Te recomiendo poner límites: cuando se emprende, la principal regla para gestionar esa montaña rusa de emociones es ponerse límites.
Cuando haces un proyecto sobre el papel tiene un aspecto y cuando empiezas a ponerlo en pie y te enfrentas al mercado, a los clientes, a los competidores… te encuentras con un escenario completamente diferente.
Ahí es cuando debes tener un plan para protegerte a ti misma, evitando, entre otras cosas, trabajar muchas horas, porque aunque creas que estás poniendo mucha energía, lo que ocurrirá con el tiempo es que acabarás agotada, quemada.
Y, la única manera de que un proyecto, del perfil que sea, tenga éxito o salga adelante es que las personas que están detrás tengan la energía suficiente para llevarlo a cabo y eso se consigue cuidándose mucho, durmiendo lo que tienes que dormir, comiendo bien, etc. (ver TIP)
Marcarte unas líneas rojas
Cuando uno emprende tiene que marcarlas. Pero esas líneas rojas no tienen que ser solo económicas, pueden ser familiares, psicológicas, de tiempo libre… las que uno considere. Y si las cruzas, lo tienes que dejar.
No se pueden cruzar. El problema está cuando un emprendedor enamorado de su proyecto cree ciegamente en él y empieza a cruzar líneas rojas de relación personal, de relación familiar, económicas… Es entonces, cuando surgen los problemas.
Si, por ejemplo, rehipotecas tu casa para hacer frente a los pagos de tu empresa no solo es un problema tuyo sino también afecta a tu pareja. Muchas veces, olvidamos eso y desde una perspectiva egoísta pensamos que nos tienen que apoyar contra viento y marea.
Y, es necesario, ponerse en la piel del otro. Apoyo incondicional hay que tener, pero es mejor saber gestionar esas líneas rojas. Y tienes que saber que tu círculo familiar te quiere, pero cuando te ve sufrir, también lo pasa mal.
Hay que intentar no transmitir a mi familia, especialmente, a tu pareja, que estás pasando mal, porque se acabará preocupando mucho y eso te generará más estrés.
La gestión de las emociones y sentimientos del equipo del emprendedor
No hay que olvidar que en todo este proceso, emprender está íntimamente relacionado con la gestión de personas: socios, empleados, clientes, competidores, proveedores…
La herramienta más poderosa para transmitir y contar historias es el storytelling. La gente se suele acercar a una empresa por la historia que cuenta esa compañía, por el impacto y la huella que quiere dejar en el mundo.
La forma de transmitir ese propósito es la base, el pilar de la cultura, que debe estar construida sobre el propósito.
Y la forma de que eso vaya impregnando la organización es crear un storytelling. Esa historia debe estar muy interiorizada en el emprendedor y todo su equipo para que se vaya transmitiendo de unos a otros.
Cuando se trabaja en equipo, se debe tener la habilidad de la visión sistémica del equipo. Si lo que prima es la visión de cada una de las personas, es decir, los objetivos personales, entonces ese equipo no funciona.
Un equipo es fuerte cuando cada miembro es fuerte, es decir, confía en sí mismo, y las relaciones entre los miembros son también fuertes.
Y, para eso, siempre tiene que primar la filosofía de ganar-ganar. Y, para eso, hay que ser muy generoso, en el sentido de que tu triunfo es mi triunfo, porque lo que se busca es el triunfo del equipo como único objetivo.
Los objetivos individuales tienen que estar siempre al servicio del equipo. Del mismo modo, tienen que haber unas reglas consensuadas por todos que marquen la ruta a seguir. El trabajador no es un empleado sin más, sino que es una persona que tiene unos sentimientos, unas metas, un talento, días buenos y días malos…
Por eso, es muy importante construir un ecosistema donde cada persona tenga voz propia. Es muy importante empoderar a los demás, porque si eres consciente que se te da responsabilidad y que tu criterio se tiene en cuenta estarás mucho más motivado, mucho más implicado con el proyecto y también serás más creativo. Es mejor cinco cabezas pensando que dos.
Anima a todo tu equipo, incluyendo becarios, a que participe en las reuniones para que aporte sus ideas, pedimos feedback (+), animamos a que sea muy participativa.
Gestión de las emociones:
Cuando te marcas tu propósito (+), la gestión emocional es mucho más sencilla, porque sabes que cualquier situación va a pasar, es temporal, y que tienes un propósito marcado y es hacia dónde tienes que ir. Y eso está por encima de cualquier situación temporal.
La gestión emocional te lleva a lo concreto, es decir, a un momento de ira, de rabia, de frustración… Si consigues abstraerse y observar desde arriba, te ayudará a seguir la dirección de tu propósito. La gestión de las emociones tiene un proceso y ese camino empieza por el propósito.
El primer paso es saber para qué estás montando tu proyecto y dónde quieres llegar. Hay que tener clara la diferencia entre la visión (+), que es lo que queremos ser como empresa, y el propósito, que es el para qué queremos serlo.
Por ejemplo: la visión de Google hace unos años podría definirse como Ser el buscador de referencia, mientras que el propósito sería: «organizar la información mundial».
El segundo paso es la propia gestión emocional, es decir, como sabes que vas vivir en una montaña rusa de sensaciones, debes aprender a gestionar emocionalmente lo que conlleva todo eso.
Y el tercer paso es la estrategia y la práctica, es decir, la implantación. Practica el mindfulness (+); o el yoga todas las semanas; lleva una rutina diaria muy controlada. Otra recomendación para gestionar las emociones es contar con un mentor y/o un coach como herramienta para gestionar las emociones.
Cuando hay esa cantidad de emociones tan disparadas hace falta alguien que ponga un poco de mesura, de experiencia, de contenido para que le de peso al proyecto. Es importante, tener una conversación real de crecimiento con un mentor, con un amigo, con un compañero de trabajo, con un socio, en definitiva, con una persona de confianza, en la que reconozcas cuáles son tus miedos, qué es lo que te pasa, cuáles son tus debilidades, cuáles son tus objetivos, tus ilusiones…
Esa conversación ayuda a generar un espacio de equilibrio. Si uno va con muchos miedos o con poca confianza o excesivamente narcisista o vanidoso ya sabemos cómo acabará el proyecto. Si ya de por sí es complicado emprender, imagina cómo será hacerlo sin conocerse a uno mismo, a tu equipo, a tus clientes, al mercado…
Es importante conocerse a uno mismo para conocer tus fortalezas y debilidades. Cuando uno conoce cuáles son sus miedos y sus carencias, aunque no se los llegue a quitar totalmente de encima, sí puede llegar a minimizar los riesgos.
¡¡Esto no va de pasión!!
TAREA
Ahora que tienes más claro cómo gestionar tus emociones, reflexiona y practica:
- ¿Qué emociones negativas tienes?
- ¿Qué medidas vas a tomar en tu vida cuando te lleguen las emociones negativas?
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