LA MONTAÑA RUSA DEL EMPRENDEDOR. ENTENDIENDO BIEN LAS EMOCIONES DE UN EMPRENDEDOR
Emprender es una montaña rusa de emociones: incertidumbre, miedo, inseguridad, enfado, soledad, euforia, impaciencia, frustración, estrés, desmotivación, inmadurez, dejadez….¿Cómo se gestiona todo eso?.
Emprender es algo realmente duro, que va a ponernos totalmente a prueba emocionalmente como personas. Nuestra autoconfianza, determinación, valor y sobre todo, sentido común van a ser puestos a prueba.
Y, como tal, aún a la vez estos dos puntos de vista antagónicos
MANÍACO-VISIONARIO-OPTIMISTA: para emprender es necesaria una sensación casi mesiánica de que vamos a tener éxito, que nos vamos a comer el mundo y que estamos destinados para ello. Que si trabajamos duro conseguiremos todo lo que queramos.
INCREDULO-PESIMISTA-SENSATO: pero para emprender, también, es necesaria cierta dosis de incredulidad que nos obligue a estar cuestionándonos día a día si los estamos haciendo bien, si el camino que hemos adoptado es el correcto… y ser muy conscientes de que hay probabilidades de que fracasemos.
Y, lo difícil, es no dejar que ninguna de las dos desórdenes nos domine… algo imposible al principio, lo que nos lleva a sufrir una de las situaciones más complicadas del emprendimiento: la montaña rusa del emprendedor. Por que el camino del éxito es más complicado de lo que nos han contado.
Todos los días vamos a ser desafiados. Vamos a trabajar más duro de lo que pensábamos que era posible, a vivir con un gran estrés fuera de nuestra zona de confort durante mucho tiempo y, a pelear, con temas de los que no tenemos ni idea… algo que no sólo es emocionalmente agotador sino que va a desafiarnos como personas. Pero como dijo Neale Donald Walsch
“La vida realmente empieza al final de tu zona de confort”
La montaña rusa del emprendedor es como llamamos a las continuas subidas y bajadas de ánimo que uno sufre cuando está emprendiendo. Que hace que un día se sienta el rey del mundo y al siguiente un desgraciado que acabará en la bancarrota. Y sufrirla no es malo, es lo normal, no te sientas un bicho raro, es algo que le pasa a todo el mundo cuando emprende.
Lo importante es ser consciente de ello y actuar en consecuencia… porque lo que nos sucede al emprender es digno de una película:
En las primeras épocas somos optimistas patológicos, y tendemos a sobreestimar (a pesar de todas las advertencias y signos) las posibilidades de que las cosas vayan a salir bien, de que lleguemos a buen puerto. Desechamos cualquier comentario negativo (ver+ TIP emprendedor enamorado) con un gesto, ya que, sólo vemos fajos de billetes de 100€ lloviendo del cielo, y nos imaginamos en el éxito… lo que hace que el primer tropiezo sea más duro.
Tras el primer bache, nuestra motivación baja un poco pero seguimos creyendo en nuestras posibilidades… aunque no haya motivos para ello. Aún no hemos tocado fondo, y es habitual que sigamos cayendo. Y aunque oficialmente seguiremos sin hacer caso a los cenizos que no paran de decir que vamos a fracasar, en la realidad empezamos a considerar la posibilidad.
Hay un punto donde el optimismo es reemplazado por el terror. Por la sensación de “¿dónde me he metido?”… y, de repente, nos damos cuenta de dónde nos hemos metido realmente. Lo difícil es que nuestra idea llegue a buen puerto. Nos damos cuenta que las estadísticas de cierre de empresas también van con nosotros y que nos pueden afectar… y que puede que lo perdamos todo.
Seguido a eso viene una época de absoluta desorientación donde la incertidumbre es máxima… y donde nos sentimos perdidos. Y el no saber por dónde tirar hace que sintamos que nos hemos equivocado, que somos unos impostores, que seguro que un emprendedor “de los buenos” sabría qué hacer (nada más lejos de la realidad). Aquí es clave romper los patrones de pensamiento negativo (ver+ TIP) que sólo nos hundirán más y matarán nuestra creatividad y pasión.
Mucha gente en el punto anterior decide cerrar su empresa, se dan por vencidos y renuncian a su pasión, ya que, creen que eso de emprender no es para ellos. Y puede que sea así, pero la realidad es que no se han dado tiempo suficiente para explorar, para pivotar la idea y buscar otras formas de ejecutar. Para recuperar la ilusión.
Pero es normal lo que les ha pasado, hay una estadística que dice que una empresa pivota de media 2,7 veces antes de tener éxito… así que quizás hay que volver a levantarse y buscar otra forma. Cambia el plan, pero no cambies la diana.
En esta fase es crítico no dejarse llevar por la autocompasión, y relativizar nuestra situación. Es algo que le pasa a todos los emprendedores. A todos. Así que mejor dejar de quejarnos y empezar a construir. En este punto es clave separarse de la gente, noticias y lecturas negativas y recuperar la autoconfianza… porque realmente esto va de creerse que realmente somos capaces. De tener pasión.
Si hemos conseguido superar la fase anterior y recuperar la pasión es habitual que por fin encontremos otro camino, posiblemente diferente al que teníamos en la cabeza… pero un camino al fin y al cabo. Y consigamos algunos clientes, cierto “momentum” y volvamos a “subir”… y caigamos de nuevo en una fase maníaca en la que estaremos convencidos que nos vamos a comer el mundo… justo antes de pegarnos otro batacazo. Y vuelta a empezar.
Ni la experiencia ni el tiempo hace desaparecer la montaña rusa. Sólo hace que las caídas no sean tan pronunciadas y las subidas tampoco. Nos enseña a encajar los golpes y a no pasar demasiado tiempo auto compadeciéndonos.
A escuchar a todo el mundo, tanto a los críticos como a los que creen en nosotros… pero sin hacer demasiado caso a ninguno, sacando tus propias conclusiones. A mantener cerca a tu familia y pareja, ya que, ellos van a ser tu cinturón de seguridad en este complicado y duro viaje. Y debemos estar preparados para el fracaso… intentando por supuesto fracasar “en pequeño”, pero extrayendo todas las lecciones del proceso.
Y SOBRE TODO, RECORDANDO QUE:
Lo importante no es cuántas veces caes, sino cuántas te levantas.
Al final, la clave es no hundirse demasiado cuando estás abajo, ni hincharse demasiado cuando estás arriba. Estás viviendo la montaña rusa del emprendedor, así que ten sentido común y relativiza tu situación.
Cuando ya estás en la montaña rusa ya sólo tienes 2 opciones: puedes agarrarte con todas tus fuerzas a la barandilla y gritar de terror, o puedes disfrutar del trayecto… porque no vas a poder bajar.
TAREA
AHORA QUE TIENES CLARA COMO ES LA MONTAÑA RUSA DEL EMPRENDEDOR, REFLEXIONA SOBRE TUS EMOCIONES:
- Identifica situaciones en las que has sentido estar en la parte alta de la montaña rusa y situaciones en la parte baja de la montaña rusa.
CASO PRÁCTICO
Juan es un joven emprendedor que decidió dejar su trabajo en una empresa para iniciar su propia startup de tecnología. Al principio, Juan estaba muy emocionado y optimista con su proyecto, estaba seguro de que tendría éxito. Pero pronto se dio cuenta de que emprender era mucho más difícil de lo que pensaba y que la incertidumbre y el estrés eran constantes en su vida.
Durante las primeras semanas, Juan trabajó arduamente en su proyecto, pero pronto se enfrentó a dificultades que lo llevaron a sentirse frustrado e inseguro. Tenía dificultades para conseguir clientes y el dinero estaba empezando a agotarse. A pesar de su situación, Juan trató de mantener una actitud positiva y seguir adelante, pero a veces se sentía abrumado por el miedo al fracaso.
Después de algunos meses, Juan logró conseguir algunos clientes y comenzó a generar ingresos. Pero justo cuando pensaba que las cosas estaban mejorando, uno de sus clientes canceló su contrato y Juan se sintió desanimado nuevamente. La falta de estabilidad financiera y la incertidumbre de no saber cuándo llegarían más clientes lo hacían sentir ansioso y deprimido.
A pesar de las dificultades, Juan seguía trabajando en su proyecto y buscando nuevas oportunidades. A veces se sentía eufórico y optimista, y otras veces se sentía abatido y frustrado. La montaña rusa del emprendedor era real para él y lo estaba experimentando en primera persona.
Su mentor, Pedro, se dio cuenta de que Juan estaba pasando por un momento difícil y decidió hablar con él para entender mejor sus sentimientos y emociones. Pedro le preguntó cómo se sentía en cada etapa del proyecto y cómo estaba lidiando con las dificultades. Juan le confesó que a veces se sentía solo y que no sabía a quién recurrir en busca de ayuda.
Pedro le aconsejó que buscará un grupo de emprendedores con los que pudiera compartir sus experiencias y sentimientos, y que no tuviera miedo de pedir ayuda cuando lo necesitara. También le recordó que era normal sentirse abrumado y que todos los emprendedores pasan por momentos difíciles.
Gracias al apoyo de su mentor, Juan pudo entender mejor sus sentimientos y emociones y encontrar nuevas formas de lidiar con la montaña rusa del emprendedor. Aprendió que era importante mantener una actitud positiva y seguir adelante a pesar de las dificultades, y que el apoyo de otros emprendedores y mentores podía marcar la diferencia en su viaje como emprendedor.
QUIZ
Después de la pregunta y antes de piensa en ti.
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